Vistas de página en total

martes, 15 de diciembre de 2015

El arte de vivir. Impúlsate.

Qué sería la vida sin impulsos. Que más da cómo sean, lo positivo y lo negativo va con ellos.
Lánzate, haz caso al sentimiento de vez en cuando, déjate de comeduras de cabeza y de qué te coman la cabeza. Que lo que venga vendrá, lo que tenga que ser será.
Que viva el primer beso, con su silencio, el buen recibimiento, el eterno, o el rápido con su correspondiente bofetón. Los abrazos por la espalda que te cogen las manos y los que se rompen con desprecio. Los piropos que sacan coloretes y los que sacan malas caras. Las llamadas que te dan voz, las llamadas pi, pi, pi...Los whatsapp con respuesta instantánea, o tardía, pero con respuesta, frente a esos tics azules que resultan no leídos. Las cartas que te provocan dolor de mano pero te dan a conocer su letra, y las que el buzón se traga. Que vivan las miradas con correspondencia y las miradas perdidas. Las caricias que se dejan ser caricias, las caricias que no encuentran su sitio. La mano que saca a bailar formando un dos en uno, y la mano sin pareja de baile. Que viva el chiste malo, la risa de después, la carcajada y el llorar de alegría,  o incluso la cara larga, el aburrimiento. El polvo que lleva a otro polvo, el buen sabor del cigarro de después, o el polvo que lleva a la discusión, el adiós. Y por qué no, el salir a la calle en pijama, la pereza, con sus respectivas miradas acompañadas de halago y menosprecio.
En todo esto, al corazón le puede la incertidumbre. Se acelera, va a toda ostia, la cosa ha ido bien, felicidad en estado puro. Se para, el ritmo disminuye, no es lo que esperabas, tristeza trágame. 
¿Pero qué es lo mejor de todo? El corazón se sigue moviendo, quiere más, quiere vida. 
El arte de vivir. Impúlsate.