¿Nunca habéis tenido esa sensación de
dejarlo? Sí, sí, de dejarlo. De dejar eso que tanto amas. Aquello que ha
formado parte en más de la mitad de tu vida. Encerrar todos los recuerdos y
deshacerte de la llave de una vez por todas.
Yo sí.
Es increíble como algo de lo que estás
enamorada, puede ser lo único capaz de destruirte. De sentir toneladas de arena
sobre ti, la perdición en el desierto, la congelación en los polos o la
intensidad de la lava fundida. Agonía, abatimiento, amargura, debilidad,
decadencia, descenso, dolor... El fin. Cómo estos sentimientos se apoderan de
ti muchas veces. Cómo son capaces de bloquearte, de provocarte ceguera. Cómo te
acorralan en un rincón y te llevan a la oscuridad. Los que te dicen
"abandona de una vez" "no puedes más" "estás
acabada".
Pues os diré una cosa. Si esos
sentimientos no hubieran aparecido nunca dentro de mí, ahora mismo no sería ni
una cuarta parte de fuerte de lo que soy ahora. Son los que te enseñan a soportar
sin dejar de avanzar. Si te caes 10 veces, te levantas otras 10, otras 100,
otras 500. Yo, podéis llamarme loca, le doy las gracias a estos malditos.
Gracias por ponerme a veces al borde del precipicio y sacar de mi corazón a
vuestros rivales. Rivales que no me permiten caer al vacío o ver posibilidad de
abandono. Coraje, valentía, poder dureza, furia, decisión, arrojo, ímpetu.
Ellos contraatacan. “¡TU PUEDES!”
¿Dejarlo? Hoy no es el día. Voy a seguir
disfrutándolo, aun puedo dar más de mi.