Domingos que saben a recuerdos. |
Intentar rozar la perfección de la palabra querer en unas pestañas
que no son las tuyas me es imposible. Es entonces, ahora
que te tengo delante, cuando me enfrento a mi peor enemigo...
el sentir(te).
Soy culpable de encontrar la plena complicidad en unos ojos como los tuyos.
De quererte sin miedo pero con máxima inseguridad.
De quererte no como antes pero desearte como siempre.
De tus pequeños detalles nace mi felicidad, de tus maneras de
demostrarme que no me has olvidado mueren mis preguntas.
Eres mi siesta favorita, la que me abraza por la espalda,
besa la nuca y cuenta lunares a oscuras, con los dedos
entrelazados, las almas desnudas y recuerdos reencontrados.
Son los cereales de merienda, Grease en la pantalla y Marea en las
cuerdas de tu guitarra lo que hace de un Domingo cualquiera,
en un feliz comienzo de semana.
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