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lunes, 1 de agosto de 2016

De carne y beso.

Muchos la conocen, pero
pocos saben cómo es.
De carne y beso.
Oscura como la noche, fría como el hielo. Seria, sin cordura, tímida e implacable. Inalcanzable, complicada y exigente, con la mirada perdida, boca sellada y en su cuerpo, la armadura le sienta impecable. Reina de las Nieves, así la llama la apariencia que le acompaña, así la perciben las miradas vírgenes. Lo que sorprende con un hallazgo inesperado, una metamorfosis inexistente a simple vista, un conocer(la) que merece la pena. Las apariencias engañan, la fachada es traicionera, lo esencial es invisible a los ojos. 
Cierto es que la noche es oscura, pero tan cierto es que la Luna brilla, como el hielo que congela pero que tan capaz es de quemar si se mantiene cerca. Se mantiene seria a su manera, pues para ella reírse es lo más serio. Y para qué quiere ser cuerda si la locura es lo mas cuerdo, explotando esa supuesta timidez en una espontaneidad que provoca sonrisas a quemarropa. Tal vez enseñar tantos dientes es lo que le hace parecer implacable, pero ante todo golpe es frágil como un cristal, su contraataque, sonríe con la fuerza de un acero. 
Su corazón parece inalcanzable, pues ella no cree en los flechazos de Cupido ni en palabras que vendan humo, prefiere los hechos, acciones y demostraciones, que le agarren fuerte la mano, el alma y un "qué cuerpazo te hace ese cerebro". Nada complicada ni exigente, no es un libro cerrado, espera al lector correspondiente. Con la mirada perdida porque no tiene ojos en los que quedarse ni una boca donde dormirse y cuya piel solo pertenece a quién se la erice.