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sábado, 22 de octubre de 2016

La remiro.

La miro y remiro, siempre guapa toda ella, es todo esplendor. 
No me enredaré, hablemos de los pequeños detalles en los que no cualquiera se fija, 
solo una sincualquiera, una sinvergüenza.
La miro y remiro, esos ojazos tras sus gafas cubrecara, y, aún así, 
lo poquito a la vista es bonito, incluido el lunar de su frente, 
incluido su nariz perfilada. 
La miro y remiro, de rojo fuerte, enseñando dientes, riendo a carcajadas, son labios 
que matan, presumida, luciendo sonrisa, reventando bocas, 
lanzando siempre flores.
La miro y remiro, la sonrío, la digo algo bonito, fugaz, la sonrojo con indirectas
muy directas, que vuelen flechas, que alegre el día, con energía,
como su corazón palpita.  
La miro y remiro, enrollándose el pelo, coqueteando con mechones, 
intimida con miradas marrones, con uñas pintadas y manos finas, 
es delicada, es presencia, es elegancia.
La miro y remiro, ojo qué vuelve a pasar, la miro y remiro, sin problema, 
de frente, de espalda, me encanta su caminata,
su manera de romper el suelo, la curva de su cintura...
La miro y remiro...
qué gusto, que gozada...

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