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viernes, 30 de diciembre de 2016

TESORO

Me gusta mi TESORO.
Os voy a contar cual es mi mayor tesoro, el más preciado, el que tiene un valor inconmensurable, el que todo lo cura. Tiene veintidós años, y siendo egoísta, sí, es solo mío, único, por eso hay que mimarlo cada día como oro en paño. Este tesoro es iiiiiiiiiiinfinito, está cargado de miles de millones de momentos, emociones y sentimientos, todos ellos irrepetibles, pero todos ellos inolvidables gracias al mágico don que tiene este tesoro... el recuerdo.

Sería imposible desvelaros todo su contenido, ni ofreciéndome una comida que durase todo el día (y mira que me gusta comer) podría contaros todo lo que posee, por eso voy a soltar unas pildoritas que me saben a gloria cada vez que mi recuerdo las saborea. 

Guardo una mujer, preciosa, guapa a reventar, de las que rompe cuellos cuando pasa. Todo lo que tiene de bonita lo tiene en puntería, en otra época fue campeona olímpica en lanzamiento de zueco, siendo tan inconformista que un día probó el Fairy, y os digo como fuente fiable, que acertó a la diana. Parece seca pero hay que saber hidratarla a risas. Basta con salir al balcón cuando está enfada por haberse pasado con la cantidad de comida y gritar a pleno pulmón "¡Vecinossssssss a comer!", hacer la oruga por el pasillo envuelta en leopardo, o poner cara de Gremlin en la cepa de su oreja. Pero ojo con ella, cuando se enfada tiembla el suelo aunque luego todo lo arregla con besos sinceros. 

También guardo un hombre, "El Mecha" desde pequeño, con un corazón tan bueno y tan grande como la cantidad de veces que ha sacado a su hija de apuros, dando calma a situaciones apocalípticas antes de ser pillada/os por los ojos de una madre "Tranquila, ya sabes que las broncas por dos son mejores", entonces los yogures reventados en la cocina, el café como nuevo tono de pared y el pescar el Papa Noel del vecino, sabían a broncas dulces. Sabe cuidar lo que más le importa, hasta se juega el trabajo por sorprender a su hija en un campeonato. Pero ojo con él que también se enfada, cómo cuando esta niña casi vuelca una excavadora por tocar el botón que le dijo "No toques"...pero no grita que es aún peor. 

En este tesoro además guardo al hombre de mi vida. Al que he jurado amor eterno, ya que su eterna paciencia lo merece. Es un espejo donde mirarse, es admirable, un ejemplo a seguir. Sabe al pie de la letra que sin esfuerzo no hay recompensas, por eso se encarga de que su hermana nunca se de por vencida, quiere lo mejor para ella, es su ángel de la guarda. Es detallista hasta límites insospechados aunque no lo parezca, como en aquel europeo en que escondió una carta en la cartera de su hermana, le regaló un chapa para acompañarla en cada viaje "Soportar sin dejar de avanzar", y le da abrazos con sabor a calma cuando está rota por dentro, tranquilizando su alma, secando sus lágrimas. 

Por estas pildoritas de felicidad me encargo de cuidarlo cada día como si fuese el último, también porque ningún otro tesoro me cuida como hace éste, y mira que yo... tengo lo mío.

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