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miércoles, 27 de septiembre de 2017

Enamórate hasta ser libre

El arte de amar.
Amen.
Sin tilde. 
Porque la piel es de quien la eriza, y en la oscuridad los cuerpos no entienden de género, edad, color o religión. Flotar sobre el colchón en pleno éxtasis. Disfrutar de una manos que pinten maravillas y decoren tu cara con el mayor de los orgasmos. Una persona que te desnude el alma y te vista a carcajadas. Mirando un par de estrellas en las que te quedarías a vivir en promesa de refugio. Un par de focos que alimenten tus ganas de querer más y deshagan tus malos días. Alguien que sueñe fuerte. Con una sonrisa al pie del cañón para hacerte sentir como en casa. Cuya libertad sea compartida y el ser solo suya forme parte de hacerte sentir libre. Que sea bonita por fuera, sí, pero sobre todo por dentro. Ahí es donde debemos tener miedo. Y digo debemos porque tener miedo no es malo. No es cobardía ni falta de echarle huevos/ovarios. El miedo acompaña a lo que nos importa, y si nos importa, es porque queremos cuidarlos, y si queremos cuidarlos es porque merece la pena luchar por ello, y si luchamos, tal vez no nos enfrentaremos a una pasada batalla perdida. 

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