Vistas de página en total

jueves, 9 de junio de 2016

Adiós ojalá.

Dicen que las buenas cosas son efímeras, por eso, la solución es llenarnos constantemente de éstas para ser eternamente felices. Todo lo que viene, algún día se va, y es tan bueno, lo disfrutamos tanto que parece que ha pasado a millones de años luz por nosotros, rápido, instantáneo. Un día aprendí que cuando termina algo que parece no tener mejor suplante, el tiempo te depara algo mucho mejor. Te das cuenta que no sabe igual, que no te hace sentir lo mismo, que no tiene la misma calidad, que es raro al principio, pero que después, dándole una oportunidad, es mejor que lo anterior. 
Pasarán por tu vida momentos, viajes, experiencias, personas, que por supuesto serán irrepetibles, eso es indudable. Pero ¿sabes que es lo bonito de la vida? que ella te va seguir dando repetidamente todo esto para seguir viviendo momentos, viajes, experiencias y personas que acompañen tu camino. Y así sucesivamente, para que repetidamente vivas cosas irrepetibles que se convertirán en fotos tomadas con el corazón. 
Solemos vivir condicionados por el ojalá, sin ser conscientes que lo que debemos hacer es seguir construyendo, remar y caminar en la dirección hacia lo nuevo. Hemos dejar a un lado el ojalá volviera a ...
Al final todo va a salir bien, y si no ha salido bien,
es que todavía no es el final.
Así nos pasa, que vivimos encerrados en un cuarto acumulando cajas, cajas y cajas del ojalá que crees que fue lo mejor que tuviste y que jamás volverás a tener, pero date cuenta, algún día no podrás salir ¿y qué triste no?. Te animo a deshacerte de ellas, quitarlas, solo así, podrás seguir avanzando y disfrutando de muchas cosas que nos perdemos por miedo a no tener lo de antes, cuando indudablemente, una sorpresa nueva nos espera. Toma fuerza. Toma aire.
Siempre que te creas perdido, siempre podrás encontrarte, solo hace falta redireccionar, buscar otra lucecita con la que seguir brillando. 
No te apagues.