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Mira que soy sinvergüenza... pero las palabras a la cara nunca han sido lo mio, y más cuando son tus manos las que apartan el pelo de mis pestañas.

La voz se desequilibra, tartamudeo, pierdo la mirada, entran calores, temblores, colores, ganas de...

Me entran ganas de que te quedes, de que me cuentes, de que te cuente, de que te secuestre, de entretenerte, de conocerte (más), de retenerte, de guardarte, de atraparte, de mantenerte, de memorizarte, de aprenderte, de enloquecerte, de vivirte, de descubrirte, de atrever(te), de bes...

¿Qué pasa?

Mira que soy sinvergüenza... pero siempre he sido más de tinta que de saliva, de verso libre y beso preso, de risa y espina, de papel y silencios, de fachada con grietas, de pensar en letras y perderme en tet...

De no terminar mis instintos, intenciones, tentaciones cuando estoy contigo. Mis delirios, desatinos, desvaríos y disparates se hacen chiquitos al choque con tus manos.

Que me comes el tiempo, desganas, penas,  fatigas, condenas y malos días,   con tu mejor disparo... sonriendo.

Y aquí sigo, sin escribir el último capítulo, sin chapar el telón,  sin salir del cine, sin abrir el paracaídas, sin divisar tierra firme, sin ser valiente, sin beso de buenas noches.

¿Cómo lo haces? ¿Cómo haces para poner siempre puntos suspensivos?

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